'Helena abandona la ciudad para pasar una temporada en el campo. No sabe que quiere, ni que le sobra, ni que le falta, pero esta buscando. Viaja preparada: lleva un par de libros, sus cuadernos, ropa, algunos vveres, una caja de fotos; no necesita mas. De a poco pareciera percibir el paso del tiempo de otra manera, se orienta por la ubicacion del sol, por la densidad del viento. El canto de los pajaros ya no es una masa sonora amorfa, sino que cree reconocer a un benteveo, a un chimango, a un zorzal. Y por supuesto llega tambien un tiempo de siembra: se guia por lo que leyo en un librito de yuyos y asi elige una porcion de tierra especial, saca las malezas, planta zanahorias. Hay algo transformador en la convivencia con la naturaleza. Pero le va mal el campo. No quiere irse, tampoco siente que deba quedarse. Algo esta pasando en las nubes a su favor y el hilo de los pensamientos se le desordena cada vez mas. Entre las voces de naturalistas decimononicos, viajeros y poetas, Nurit Kasztelan compone una primera novela tan bella como cautivante y se detiene en la extra\a monotonia que solo un paisaje ajeno, pero a la vez familiar, puede generar.'